lunes, 29 de noviembre de 2010

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Tres

por Alan Redpath

Contando el Costo

Josué 1:11

 Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.
 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra.
 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.
 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran.
 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis.
Más ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado.
 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.
 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo:
 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros.
 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido.
Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura;
y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.
Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.
Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro.
Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.
Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado.
He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.
Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.
Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado.
Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.
Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los hallaron.
Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido.
Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros.

—Josué 2:1–24
En nuestras meditaciones anteriores en el libro de Josué, hemos llegado, confío yo, a darnos cuenta de que la tierra de Canaan en el Antiguo Testamento corresponde con la tierra de plena bendición que nos espera a todos aquí y ahora en Jesucristo Nuestro Señor. Es el propósito de la redención de Dios: El nos ha sacado para poder introducirnos.

En esta tierra no se puede entrar por esfuerzo moral o por logros morales. Le es confiada por Dios a un representante, Josue en el Antiguo Testamento, Jesús en el Nuevo, y a través de ese representante la bendición es impartida al pueblo de Dios. Debe ser poseída por fe: “Yo os he entregado, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.” Y así es con nosotros. Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en Cristo, pero toda bendición tiene que ser reclamada por fe y considerada nuestra a través de Jesús nuestro Señor.

Llegamos a un punto muy significante en la historia, cuando el pueblo de Dios estaba por entrar a la tierra de Canaan, y descubrimos que tuvieron que esperar durante tres días. “Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.” (Josué 1:10–11).

Lo mas difícil de hacer para todos nosotros es el quedarnos quietos y no hacer nada, esperar hasta que hallamos heredado las promesas. Pero Dios tiene un gran propósito que llevar acabo en cada tiempo de espera, aunque muy a menudo Su pueblo se pierde de ese propósito por su impaciencia con el Señor durante la espera. Quiero pensar juntamente con usted acerca de ese tiempo de espera, y en quedarse quietos y contar el costo de lo  que significa heredar la bendición en Jesús nuestro Señor.

¿Por qué se le mando al pueblo esperar, y por que se le dijo que en tres días pasarían el Jordan? Observaremos tres verdades muy sencillas en esta porción de las escrituras en particular, y debe ser nuestra oración que El Espíritu Santo grave estas cosas en nuestro corazón.

Primero, habría un alma para salvar. Josué (la historia la encontramos en el Segundo capitulo) envió espías a la ciudad de Jericó, y ellos fueron a la casa de Raab.

Ahora, la vida en Jericó seguía su curso, los negocios se celebraban de acuerdo con las costumbres cotidianas; pero la ciudad estaba bajo la sentencia del juicio de Dios. Lo habitantes hacían alarde del río que estaba entre ellos y el ejército invasor del otro lado. Estaban orgullosos de su ciudad, de sus muros, de sus fortalezas, pero delante del cielo sus iniquidades habían llegado a su límite. No había duda de que los habitantes de Jericó tenían que reconocerlo—en dos semanas Dios enviaría Su juicio y la ciudad sería un montón de ruinas y escombros.

Pero dentro de la ciudad había una vida que tenía fe en Dios—no una fe muy fuerte, de ninguna manera una fe perfecta, pero Raab creía en el Dios Viviente, y no se avergonzaba de que se supiera que tenía fe. Su fe era de tal calidad, cuando menos, que encontramos referencias a ella en la gallería de los héroes de la fe en el libro de hebreos, capitulo 11. También el Apóstol Santiago hace un comentario acerca de esta fe cuando dice que la fe de Raab—a diferencia de la fe de alguna gente—fue evidenciada por sus obras, y por lo tanto fue justificada ante los ojos de Dios. Ella tuvo suficiente fe para identificarse a si misma con el pueblo de Dios, poniendo un hilo escarlata en su ventana.

Por su fe, y el albergue que dio al pueblo de Dios en su hogar, ella se convirtió en coparticipe de todas las bendiciones de la tierra de Canaan. Ella fue parte del linaje de Jesucristo mismo. La fe de esta mujer produjo obras, y las obras produjeron bendición.

Había un alma que salvar, y hasta que esa alma fuera salva el juicio de Dios fue detenido. Esta es siempre la forma que Dios usa para lidiar con los hombres. Un solo hombre justo vivía en la ciudad de Sodoma, y Dios no pudo hacer nada sino hasta que ese hombre para quien El había propuesto liberación hubiera salido de la ciudad. Una débil, pecaminosa  e inmoral mujer solo tuvo que tocar el borde del manto de Jesús y Su marcha hacia el Calvario fue detenida para que El pudiera salvar su alma. Un pobre y ciego pordiosero clamo desde el camino, “O Jesús ten misericordia de mi” y lo que toda la gente no pudo hacer, lo que sus discípulos no pudieron hacer por que su rostro estaba fijo en llegar a Jerusalén, el clamor de un alma necesitada lo logró—ante este clamor Jesús se detuvo. Esta ha sido siempre la forma del Maestro—El no quiere que nadie perezca.

Vivimos en un mundo que está bajo el juicio de Dios, y no hay duda de que la iglesia tiene que reconocerlo. Alguna gente nos dice en estos días que debemos capturar al espíritu de este siglo. ¡Dios nos guarde! Nuestra tarea es reprender al espíritu de este siglo y retarlo por Jesucristo. El mundo está bajo el juicio de Dios, pero a la diestra de Dios en el cielo esta un Salvador cuya sangre habla, y, hasta que toda alma rescatada para quien Dios en Su soberana gracia ha propuesto salvación se liberada, el juicio es retrazado.

¿Como es que Raab obtuvo su fe? Fue meramente por lo que había oído, puesto que ella no había conocido personalmente a Dios. “Ella les dijo a los hombres [los espías], Se que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país han desmayado por causa de vosotros” (Josué 2:9). Esta pobre y pecaminosa mujer llegó a tener fe en la realidad de un Dios viviente por las evidencias sobre naturales que ella vio en la  vida del pueblo de Dios. Todos lo habitantes del país habían comenzado a desmayar por causa de los ejércitos de Dios. El terror del Señor los consumió. Cuando vieron al ejercito invasor preparándose para cruzar el río, ellos estuvieron consientes de que a pesar de sus muros y defensas,  estaban completamente indefensos, por que los ejércitos invasores tenían a Dios con ellos.

El factor más potente en la salvación de un alma es la evidencia sobrenatural de la presencia de Dios en la vida del hijo de Dios. Les reto en Su nombre — ¿Que evidencias de lo sobre natural se encuentran en ustedes y en mi? Las evidencias que Dios espera hallar no se encontrarán en lo correcto de nuestro credo, sino en lo casto de nuestro carácter. Y las evidencias que el mundo busca no están en lo que el cristiano cree, sino en su comportamiento. Dios busca a un hombre con corazón grande, a un hombre con un amor grande, un hombre con gran misericordia en el trato de los demás, un hombre cuya caridad y amor reciben a todo el pueblo de Dios, a un hombre en el que cualquiera puede confiar, por que no solo es un hombre amoroso, sino un hombre recto.

En Jericó había un alma que salvar, y la fe de la mujer fue el resultado de la evidencia de los sobrenatural que ella vio en el pueblo de Dios.

Pero había una separación que tenia que ser confirmada. Los últimos versículos del primer capitulo del libro de Josue nos da el trasfondo. Josué habló durante esos tres días, usted recordará, a dos tribus y media del pueblo de Dios: la tribu de Rubén, Gad, y la media tribu de Manases. La historia de esas dos tribus y media puede ser encontrada en el libro de Números capitulo 32.

En el curso del viaje por el desierto, el pueblo de Rubén, Gad y Manases llegaron a una porción de tierra que era muy fértil. Vieron en ella maravillosas tierras para pastar y suficiente pastura para sus rebaños. Era una tierra, potencialmente, de gran riqueza. Eran un pueblo rico—tenían muchos rebaños y mucho ganado, así que se acercaron a Moisés y le dijeron, “Preferiríamos quedarnos en el lado oriental del Jordan. Esto es todo lo que cualquiera podría desear. No queremos pasar a Canaan. No queremos preocuparnos por todos los problemas que van a encontrar cuando lleguen allá. Será mas fácil para nosotros quedarnos aquí.”

Moisés estuvo de acuerdo con esta decisión. El no podía hacer otra cosa, por que todo hombre tiene el derecho de elegir el nivel de vida en el cual el va a vivir. Se les permitió quedarse en el lado oriental del Jordan y heredar este trozo fértil del desierto con una condición —que antes de que heredaran esa tierra en el lado del desierto de Canaan debían tomar parte en la batalla para ver al pueblo de Dios entrar en y tomar la tierra. Además, Moisés les concedió el privilegio de liderar al ejército. Las tribus de Rubén y Gad y Manases debían entrar en Canaan primero, y ellos iban a comenzar la marcha alrededor de Jericó en la primera posición. Luego, cuando hubieran probado el fruto de la tierra y la emoción de obtener la victoria, Josué confirmaría su decisión de que querían volver al desierto.

Que momento cuando ahora Josué se dirige a las dos y media tribus, recordándoles su decisión, y preguntándoles lo que iban a elegir. Usted podrá observar que su decisión fue confirmada. Ellos estaban perfectamente conformes con cumplir con el trato que habían hecho, de ir a la tierra, liderar al ejército y probar de las victorias, pero ellos habían determinado volver a la comodidad del desierto, el placer y la indulgencia de ello. Ellos dijeron, “será mas fácil así.”

Todo Su pueblo, cada alma rescatada, no importa cuan débil o fuerte sea su fe, Dios la ha guardado en el Señor crucificado. Desde antes de la fundación del mundo, una iglesia entera y completa, compuesta del pueblo elegido de Dios, ha sido puesta sobre el suelo firme de redención en Jesucristo nuestro Señor. Dios ha tomado a cada hombre y mujer para quien El tiene un propósito eterno de salvación, y los ha elevado en Cristo, a los lugares celestiales. Dios ha tomado al cristiano mas débil, al cristiano mas conciente de sus fallas, junto con el pilar de la iglesia, el santo mas fuerte que jamás haya nacido, y ha puesto a una iglesia entera y completa sobe el suelo firme de la resurrección. Ni el más débil de los cristianos ni el más fuerte de los cristianos luchan hacia la victoria—sino que están firmes en ella. Ni tampoco luchan para recibir una bendición—el por fe acepta todo lo que Dios tiene para el. En Jesucristo, esa es nuestra posición. Si usted es un creyente en el Señor Jesús, por débil que sea, por mundano o carnal que sea por débil que sea su fe Cristiana, yo le digo que ante los ojos de Dios, usted se encuentra sobre el suelo firme de la redención en Jesucristo. Esa es nuestra posición.

Pero la pregunta de donde pasamos nuestra experiencia Cristiana, y en que nivel vivimos nuestra vida Cristiana, se nos deja a nosotros para elegirlo. Puede que disfrute de las bendiciones Canaan por un tiempo. Puede ser que entre en la tierra de la bendición plena. Puede que pase el Jordan con el pueblo de Dios y salga del desierto. Puede que comparta algunas de mis victorias en Jesús, pero puede que aun sea atrapado por el pecado, atrapado en la mundanalidad, golpeado por la transigencia, y atrapado por el diablo.

Si el hombre en verdad ha nacido de nuevo del Espíritu de Dios, nunca se perderá. Yo creo en la seguridad permanente del creyente. Claro que creo, siempre y cuando sea un verdadero creyente, que significa, que es un hombre que ha cometido su vida a Jesucristo. Pero en cualquier momento de mi vida Cristiana puedo ver el rostro del Señor Jesús y decirle, “Señor ya he llegado suficientemente lejos. Ya no soporto mas—este conflicto es demasiado grande, la Guerra demasiado intensa. Señor, ya he llegado suficientemente lejos en mi separación y en mi vida cristiana.”
                                                                                      
Dios da lo mejor se si a los que se mantienen firmes aun ante las pruebas; Dios les da algo menor a los que por temor a las pruebas, rechazan lo mejor. Y no es siempre algo malo por lo que arriesgamos lo mejor, de hecho a menudo lo bueno es lo que nos estorba para recibir lo mejor.

Mire el aterrador recuento de las consecuencias de la decisión tomada por aquellas dos tribus y media. Lea I de Crónicas, capitulo 5. Usted descubrirá que estas tribus que habían probado lo mejor de Dios y habían disfrutado de las victorias de Dios, que habían liderado a los ejércitos del pueblo de Dios a la tierra de bendición, fueron los primeros que fueron capturados por los asirios cuando estos invadieron Israel. Fueron llevados cautivos, y nunca regresaron. Cayeron derrotados y esclavizados, aun cuando una vez habían liderado al pueblo de Dios en el camino de la bendición. Jueces 5:16 dice esto: “Entre la familias de Rubén hubo grandes propósitos de corazón.” Creo que si los había. Ellos eligieron, ellos probaron la bendición, habían entrado a la tierra de la promesa,  pero anhelaron el mundo, sus placeres, sus indulgencias, y su pecado, y fueron atrapados, enlazados, y encarcelados en el.

No es la forma en la que el hombre comienza su vida Cristiana, lo que cuenta, sino como la termina. Una cosa es pasar al frente en una reunión como respuesta al llamado de un evangelista, delante de diez mil personas, o levantar la mano, y firmar una tarjeta. Si usted lo hizo y fue verdadero, Dios le bendiga. Pero lo que importa es si, después de la decisión, usted se dispone a entrar en la tierra de bendición. ¿Sigue usted con Dios, persistente y pacientemente, y a pesar de toda oposición y toda prueba, pasa al otro lado? ¿Y si resbala y cae, se levanta una vez mas y sigue adelante o se vuelve atrás a las indulgencias del pecado?

Recuerdo en los días de mi niñez, durante la primera Guerra Mundial, cierta hermosa tarde de verano caminaba con mi padre sobre el muelle en Tynemouth, cerca de Newcastle, Inglaterra. Notamos a una gran cantidad de gente y barcos en el puerto. Una nube de humo apareció en la distancia, creció y creció, y después de un poco de tiempo un convoy de barcos de batalla entró en el río Tyne, y en medio de ellos venía uno casi sobre su costado—yo me preguntaba como era que permanecía a flote. Era la nave HMS Lyon, volviendo de la batalla de Jutland, una batalla naval que volvió el ataque de Alemania sobre nuestro país en ese tiempo. Mientras el barco se acercaba más a puerto, vi los grandes huecos que había en su cubierta. No tenía mástil, no tenía chimenea, no tenía torrecilla; el puente de mando había desaparecido; la cubierta era un desastre. El agua le entraba y le salía mientras era cuidadosamente guiada a casa por barcos remolcadores y una escolta de naves. Jamás olvidaré a los veinticinco marinos y un oficial que vi erguidos en posición de atención sobre una pequeña plataforma sobre la cubierta, con un trozo de material roto que tenía la insignia Real volando sobre este naufragio. Toda garganta que podía aclamar, aclamó, y todo barco que tenía sirena la izo sonar. Estos veintiséis eran los únicos que quedaban, un trágico remanente de 1,100 hombres. Pero el barco había resistido, había peleado hasta el final, y llegó a Puerto victorioso, con huecos y lastimado, con cientos de hombres muertos—pero aun flotando y sin haber sido amedrentado.

En el curso de la vida Cristiana sufrimos muchas heridas de parte de satanás, y a veces hasta de parte de amigos. Si un día, sin embargo, cuando entremos en el puerto celestial, recibimos una bienvenida como la que recibió este barco, y oímos al Señor Jesús decir, “Bien buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor,” no nos importará nada mas, por que todo va a haber valido la pena cuando veamos a Jesús.

Ahora, otra cosa que estaba llevándose acabo durante estos tres días de espera, era la santificación. “Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” (Josué 3:5). El poder de Dios para hacer maravillas depende siempre de la santificación de Su pueblo. El Dios soberano limita tanto así Su soberanía en hablar a través de la iglesia a un mundo que esta bajo Su juicio, que no se mueve mas para salvar al pecador de lo que Su pueblo esta preparado a moverse hacia la santidad delante del Señor. El nivel al cual Dios esta dispuesto a encontrarse con el hombre depende del nivel al cual nosotros como Cristianos estamos preparados para encontrarnos con nuestro Señor.  

Todos anhelamos ver a Dios hacer maravillas. Oh, como hemos orado para que el abeto pueda crecer en nuestro carácter y no el espino, que pueda mostrar bondad en lugar de crueldad. Como hemos orado en nuestro hogar que en lugar de ser como un desierto, pueda florecer como la rosa, y podamos aparecer delante del Señor Jesús como un jardín regado, lleno de bellas fragancias.

Como hemos orado por nuestras iglesias, que dios nos de otro Pentecostés y que nos visite durante este medio siglo con un verdadero avivamiento. ¿Por qué esperamos en vano? ¿Por que aun hay espinos en su vida y por que es que su hogar es aun un desierto? ¿Por qué es que en nuestras iglesias aun existe la bancarrota de nuestra experiencia moderna? Dios no espera a gente lista; El quiere gente limpia. ¿Estamos lo bastante limpios para ser usados por Dios? ¿Somos lo suficiente humildes para que Dios nos confíe la bendición, o nos quedaríamos con la gloria nosotros mismos?

Yo se que solo podremos ser santificados por el Dios de paz. Sin embrago aunque la santidad, en el sentido positivo, no es nada menos ni nada mas que el Espíritu Santo morando en y llenándonos a nosotros, expresando la vida del Señor Jesús en mi, y en el sentido negativo es deshacerse de todo el pecado conocido. ¿Hemos hecho esto? ¿Somos lo suficientemente limpios como para que Dios nos de avivamiento? ¿Estamos lo suficientemente quebrantados y humillados como para que Dios nos use, o será que vamos a vivir nuestra vida en el nivel del miserable desierto del fracaso y ver que nada sucede?

Permítanme volver por un momento a la primera Guerra Mundial. En Flanders, usted recordará, la batalla de Marne fue una batalla crítica. El General Foch estaba en aprietos. Tenía una angosta línea de tropas entre los alemanes y Paris, y sabía que si Paris se perdía, se perdería todo. Consultó con sus oficiales, escuchó sus reportes, y luego anunció, “¡Mi derecha está derrotada, mi izquierda está rota—yo ataco!”

El reto para la iglesia hoy es idéntico con aquel de los tiempos del Nuevo Testamento. A la derecha esta el saduceo, con una teología en bancarrota, el modernista que lo puede explicar todo, cuyos fundamentos se han derrumbado a su alrededor después de estas dos guerras mundiales—en la derecha, derrota.

En la izquierda el fariseo, orgulloso de su religión, orgulloso de su ley, orgulloso de su teología, un fundamentalismo que continuamente agrega a los mandamientos de la ley, y cuidadosamente pone sus puntos a las i y cruza todas sus t. Rehusando tener compañerismo con cualquiera que no este de acuerdo con el. El Fariseo es tan inútil e incapaz para suplir las necesidades del mundo hoy como el liberal; de detrás de su barrera fundamentalista, el alega con su hermano acerca de esta creencia y aquella, y manifiesta poco amor y caridad—todo en el nombre del fundamentalismo teórico.

A la derecha, el liberalismo—en bancarrota, derrotado; en la izquierda, el fundamentalismo—roto, perplejo. En el nombre del cielo, dejen que el ejército y Dios ataquen, por que entre los liberales derrotados y los fundamentalistas rotos existe una posición central. Del hombre que se encuentra en el campamento fundamentalista tomemos todo su credo, y toda su fe, todas sus creencias en la Palabra de Dios. No debemos sacrificar ni una palabra de ellas, ¡con la ayuda de Dios! Del hombre que se encuentra en el campamento liberal, aprendamos de su amor, su sinceridad, y su corazón abierto. Tomemos lo mejor de los dos campamentos, y, en el nombre del Señor Jesús, ¡Al ataque!

“Preparaos comida, porque pasaréis el Jordan para entrar a poseer la tierra que Jehová tu Dios te da en posesión (Josué 1:11). Santificaos… porque… Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” (Josué 3:5).

Vida  Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
Copyright © 2007 by the Redpath Family

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dios Quiere Ser Nuestro Amigo

por Carlos Alvarado

En Hechos capitulo 1 versículo 1 dice:
1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,…

Aunque el libro de los Hechos es anonimo, y ni siquiera el titulo nos da indicios de quien es el autor, la tradición desde los principios de la iglesia le ha atribuido este  libro de los Hechos a  Lucas. Se ha llegado a la conclusión de que tanto el Evangelio Según San Lucas como el libro de los Hechos fueron escritos por Lucas y estan dirigidos a la misma persona, a Teofilo.

Se piensa que Teofilo era algun funcionario romano por el titulo de “Excelentisimo” que Lucas usa al dirigirse a el en El Evangelio Según San Lucas. Quizás Teofilo era un funcionario recién convertido, de allí que tuviera la necesidad de confirmar lo que se le había enseñado por medio del primer tratado escrito por Lucas. Sin embargo es digno de notar que en el libro de los Hechos el titulo de “Excelentísimo” ya no se usa.  

Pablo nos dice en Gálatas 3:28 que “Todos los que hemos sido bautizados en Cristo, de Cristo estamos revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos nosotros somos uno en Cristo Jesús.” Cuando venimos por fe a Cristo Jesús, todos adoptamos el titulo de hermanos. Dejamos de ser extraños, por extraños que seamos y nos identificamos como cristianos. Deja de importar nacionalidad,  titulo y estatus social y todos somos uno en Cristo. Para el Señor todos somos iguales. El no da trato preferencial dependiendo de donde somos o de lo que tenemos o no tenemos. Cuando menos en nueve pasajes del Nuevo Testamento se nos dice que “Dios no hace acepción de personas.” (Ver Lucas 20:21; Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9; Colosenses 3:25; Santiago 2:1; 2:9 y 1 Pedro 1:17) Gloria a Dios por esto. Todos somos aceptados por Dios cuando venimos a El con un corazón contrito y humillado. (Salmo 51:17)

El nombre de Teofilo tiene un significado muy espacial. Viene de dos palabras en el Griego: Teos (Dios) Filos (Amor fraternal) que significado  tan hermoso. Otra traducción podría ser “Amigo de Dios.” Oh, que todos, buscáramos ser en verdad amigos de Dios.

El significado de Amistad es- Afecto personal, puro y desinteresado, que nace y se fortalece con el trato.

Primero debemos notar que es algo personal. Es un afecto que una persona tiene hacia otra. Esta es la clase de relación que Dios quiere tener con cada uno de nosotros, una relación personal en la cual existe el intercambio de sentimientos y pensamientos, una relación en la que nos invertimos uno en la vida del otro.

Segundo, note también que este afecto es puro y desinteresado.  O sea que nuestro afecto por nuestro amigo no depende de lo que nos pueda o quiera dar. No le mostramos afecto por que al hacerlo recibiremos algo por ello. Nosotros le amamos a El, por que El nos amó primero. (1 Juan 4:19)

En tercer lugar, vemos que la amistad se fortalece con el trato. Entre mas tiempo pasemos con nuestro amigo, en este caso Dios, mas fuerte sera nuestra amistad con El y mas crecerá nuestro afecto hacia El. No se puede tener una amistad muy fuerte con alguien con quien no convivimos regularmente. En ese caso la persona seria nuestro conocido pero no nuestro amigo. Hay mucha gente que conoce de Dios, pero no es amiga de Dios. 

Hay dos personas mencionadas en la Biblia de las cuales se dice que eran amigos de Dios: El primero fue Abraham. En 2 Crónicas 20:7 y en Santiago 2:23 que dice: “Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.”

El otro fue Moisés. En Éxodo 33:11ª dice: Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero…. (También puede ser traducido amigo) Compañero implica que esta a su lado, que va con el, que le acompaña. Dios le había prometido a Moisés que estaría con el.

Éxodo 3:12 Le dice “Ve porque yo estaré contigo”.
Éxodo 4:12 Le dice “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te  enseñaré lo que hayas de hablar”.

Nosotros también si hemos creído el Unigénito Hijo de Dios somos considerados amigos de Dios. El Señor Jesús les dijo a sus discípulos en Juan 15:14-15Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamare siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi padre, os las he dado  a conocer.” Entonces el Señor nos ha dado a conocer por medio de Su Palabra, cosas que solo a Sus amigos les deja saber.

Y además, también podemos contar con su presencia en nuestras vidas de la misma forma que Moisés. Antes de ascender al cielo El Señor les dijo a sus discípulos en Mateo 18:18-20De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra,  será atado en el cielo;  y todo lo que desatéis en la tierra,  será desatado en el cielo.  Otra vez os digo,  que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren,  les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,  allí estoy yo en medio de ellos.” En Mateo 28:19-20 dice “ Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Y esta promesa es también para nosotros. Note que en esta oración de nuestro Señor no solo pide por aquellos discípulos que estaban con El entonces sino por aquellos que por el testimonio de ellos iban a creer en El. ¡Esos somos nosotros! Juan 17:20-21 Mas no ruego solamente por éstos,  sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;  como tú,  oh Padre,  en mí,  y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros;  para que el mundo crea que tú me enviaste.

La pregunta que no puede quedar sin hacerse es ¿Es usted Amigo de Dios? ¿Ha llegado al punto en su vida en el que ha creído en el Unigénito Hijo de Dios con todo lo que esto implica? La Biblia nos dice en Colosenses 1:21 que “erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente por las malas obras;” sin Jesús en nuestros corazones somos enemigos de Dios.

Romanos 5:10  nos dice que, “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo; mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Pero tenemos que creer en El. Juan 3:16 dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Ha creído usted en El? Allí en donde usted se encuentra ahora mismo, hable con Dios y dígale, “Señor, yo se que soy pecador. Yo se que todavía estoy siguiendo los designios de la carne los cuales ahora comprendo son enemistad contra Ti. Hoy quiero arrepentirme de mis pecados, confesar con mi boca que Jesús es el Señor, Que el murió sobre la cruz para pagar por mis pecados y que Tu le levantaste de entre los muertos. Recíbeme Señor, en el nombre de tu Hijo amado Jesucristo, Amen.”

Si usted ha confesado hoy a Jesús como su Señor, le invitamos a que nos llame al teléfono 619-421-1100, nos encantaría platicar y orar con y por usted.

O escríbame un correo electrónico a calvarado@calvarysd.com .

jueves, 18 de noviembre de 2010

La Vida Cristiana Victoriosa Capitulo Dos

por Alan Redpath

El Hombre Que Dios Usa

Joshua 1:9

Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:
Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.
 También habló Josué a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, diciendo:
Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra.
Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados quedarán en la tierra que Moisés os ha dado a este lado del Jordán; mas vosotros, todos los valientes y fuertes, pasaréis armados delante de vuestros hermanos, y les ayudaréis,
hasta tanto que Jehová haya dado reposo a vuestros hermanos como a vosotros, y que ellos también posean la tierra que Jehová vuestro Dios les da; y después volveréis vosotros a la tierra de vuestra herencia, la cual Moisés siervo de Jehová os ha dado, a este lado del Jordán hacia donde nace el sol; y entraréis en posesión de ella.
Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes.
De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés.
Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente.
 —Josué 1:10–18

Hemos comenzado pensando en el significado interior del libro de Josué. El mandamiento de Dios fue, “Pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy.” Esto abrió para nosotros la posibilidad de una vida en un plano más elevado, la liberación de una experiencia de derrota en el desierto a una experiencia de victoria, aun cuando tenga que ser a través de batallas y conflictos.

Estoy seguro de que en el corazón de todos nosotros existe un clamor “¿Cómo puedo ser una persona que Dios pueda usar?” ¿Que clase de persona es en la que Dios confía con el liderazgo espiritual? Pensemos por un momento en el líder que Dios asignó, Josué. A punto de entrar en esta nueva era de responsabilidad, la palabra de Dios para Josué fue, “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Josué 1:9).

¿Significa esto que todos debemos de ser fuertes si es que vamos a ser lideres en la obra de Dios? Si, así es, existe muy poca esperanza para cualquiera de nosotros. De la misma manera en la que lo hizo Pablo, nosotros a menudo exclamamos, Y para estas cosas,  ¿quién es suficiente?” Sin embargo no fue solo una vez sino varias  veces en las que Dios habló a Josué y le dijo, “te mando que te esfuerces.” ¿Por que? Seguramente por que Josué estaba consciente de su insuficiencia y su debilidad. El  nunca pensó que este honor le pudiera ser otorgado a el. El estaba completamente conforme con ser el segundo, y ser el siervo y ministro de Moisés. Pero un día llegó el llamado y su corazón le falló.

Dios le dijo, “esfuérzate,” y cuando Dios dijo eso, significaba que el hombre al que se lo había dicho, se sentía débil. Dios dijo, “No temas,” lo que quiere decir que el hombre a quien se lo dijo tenía temor. Dios dijo, “No desmayes,” lo que quiere decir que el hombre a quien se lo dijo podría dejar su obra muy fácilmente. Pero cuando los hombres se sienten así, Dios viene y los eleva al liderazgo y a la responsabilidad.

La mayoría de nosotros, y Dios nos perdone por esto, somos demasiado importantes para que Dios nos use. Estamos llenos de nuestros propios planes y nuestras propias maneras de hacer las cosas. Dios tiene que humillarnos, quebrantarnos y vaciarnos de nosotros mismos. De hecho tan bajo nos tiene que llevar Dios, que necesitamos toda palabra de animo del cielo que podamos obtener para poder tener la habilidad, para poder emprender la obra y atrevernos a movernos hacia delante en la voluntad de Dios. El mundo habla de la supervivencia del más fuerte, pero Dios da poder al débil y da fuerzas a los que no las tienen. Él perfecciona su poder en la debilidad; Él usa lo que no es, para deshacer lo que es. Si Pablo hubiera sido tan elocuente como se consideraba a si mismo menospreciable en palabra, nunca hubiera podido haberse convertido en el gran apóstol.

Considere conmigo entonces, tres fuentes de la fuerza de Josué el líder del pueblo de Dios. Ante todo, debo pedirle que observe que lo que tenemos aquí es a un hombre fiel. El versículo uno de este capitulo menciona que Josué era el servidor o ministro de Moisés. Que palabra tan maravillosa es esta palabra en el libro; la palabra “servidor o ministro.” En la Gran Bretaña usamos a menudo la palabra “ministro” en lugar de “pastor.” El ministro es una persona que esta preparada, no para dominar a la gente sino para servirles por causa de Jesús. La fidelidad sobre algunas cosas es siempre demandada para poder gobernar sobre muchas cosas.

Si Josefo el historiador es acertado en su recuento de la historia, Josue había vivido durante cuarenta años bajo servidumbre en Egipto. El había conocido lo que eran las durezas, la frustración, la crueldad y la intolerancia de los capataces. Durante cuarenta años el había soportado pacientemente la peregrinación por el desierto. En el curso de ese viaje el había luchado en contra de y había derrotado a, los enemigos del pueblo de Dios, los amalecitas. Josue había entrado en la Tierra Prometida, y había vuelto con el reporte de la minoría. El había visto a los gigantes, pero el creía que su Dios podía vencerlos. Y después de ochenta años de fiel servicio tras las escenas, de repente Dios le habla y lo llama a asumir la posición de liderazgo de este poderoso ejército.

¿Quien puede decir hoy para lo que Dios nos está preparando? A menudo murmuramos contra la estreches de nuestros deberes cotidianos. A menudo pensamos que somos dignos de algo mayor. Nuestra pequeña esfera de servicio parece ser tan inadecuada y tan indigna. Pero yo quiero decirte cada hora es esencial si Dios te va a convertir en alguien a quien El pueda usar.

Tenemos que padecer si es que vamos a reinar. Debemos descender antes de ascender.  La voluntad de Dios para el hombre no viene a través de cosas grandes sino a través de cosas pequeñas. Si cumplimos con la más pequeña de las responsabilidades y dignificamos el menor de los deberes con la mejor respuesta de nuestra mente, corazón y personalidad, un día Dios nos va a relevar de las cosas pequeñas y nos dará cosas más grandes para hacer.

En la cocina de un pequeño departamento en Londres la esposa de un amigo mío tiene un pequeño lema sobre el lavaplatos que lee así: “Un servicio divino se lleva acabo aquí tres veces al día.” Creo que esto tiene cierto aliento del cielo. Es nuestra fidelidad en estas cosas pequeñas que nos habilita para ser los hombres y mujeres a los cuales, algún día, Dios les podrá confiar cosas grandes.

Pero si esta es la cualificación para el liderazgo, debemos entonces renunciar ahora mismo. Ninguno de nosotros hemos hecho siempre las cosas que nadie puede ver, tan minuciosamente como las que todos ven. Todos hemos buscado servir a Dios en un momento u otro por lo que pensamos que nosotros podemos ganar por ello, miserables hombres y mujeres que somos. No nos atrevemos a enfrentar el futuro y decir que hemos sido fieles en el pasado. ¿Debemos entonces renunciar? Oh, no, espérense un momento.

Josué era solo una sombra; nuestro Señor Jesucristo es la realidad. Cuando Jesús surgió del anonimato El ya había pasado por treinta años de preparación — para solo tres años de ministerio. El estaba sujeto a Sus padres, El conocía la disciplina de Su hogar, El le dio dignidad al trabajo duro, trabajando como carpintero en Nazaret. Nada imperfecto se produjo jamás en esa carpintería. Jesús asistía a la iglesia local cada domingo, y, si me permiten decirlo, esta era una iglesia muerta. El vivió en un hogar en donde su punto de vista era completamente mal entendido en su propio círculo familiar.

Pero un día El dio el paso para salir del anonimato, fue bautizado, y entro a lo que fue Su ministerio. Luego una voz habló desde el cielo y dijo, “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” El sello del cielo fue puesto sobre sus treinta años de anonimato en casa.

Jesús de Nazaret vive hoy; El es la Cabeza de la Iglesia. El puede llenar a Su pueblo de Su gloria y con Su poder para que la fidelidad de Su vida humana pueda ser impartida a ellos por el Espíritu Santo. El puede restituir los años que la oruga se comió. Ninguno de nosotros debemos permitir que los fracasos pasados nos estorben para que nuestros pies se muevan hacia delante a hacer lo que creemos que es la voluntad de Dios. Si algún cristiano descorazonado esta leyendo este libro, alguien que sienta que su pasado le estorbará para tomar su responsabilidad en el ejercito de Dios, yo lo llamo, en el nombre de mi Maestro y le digo, te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

La segunda cualificación del liderazgo es un llamado distintivo: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.  (Josué 1:5–6). Esta es la segunda fuente de fortaleza para el liderazgo espiritual—un llamado distintivo. Josue sabía perfectamente bien que Canaán estaba infestado de miles de enemigos. El sabía que cada pulgada de avance sería retado por el enemigo. Pero el hombre que esta seguro de haber sido llamado por Dios es invencible. Ciertamente el esta conciente de sus deficiencias; el esta al tanto de todas la ciudades fortificadas que existen en la tierra, y del ancho río que tendrá que cruzar antes de llegar a ella. El sabe algo acerca de las burlas y la critica que para siempre serán la porción de aquellos se atreverán a estar firmes por Dios. Pero, volviéndose de todo esto al propósito revelado de Dios, se entrega a si mismo total y completamente a ser el canal por medio del cual la voluntad divina se puede llevar acabo.

Por lo tanto, en relación a los muchos deberes que se pudieran llevar acabo para Dios, quiero decir muy seriamente que la pregunta suprema no es “¿Esta usted calificado?” sino “¿Ha sido usted llamado?” ¿Está usted haciendo todo lo que puede para alcanzar una posición, o ha sido llamado por Dios? Responda esto al Señor en Su presencia. Nada es más importante en su vida que la respuesta a esta pregunta.

Un ministro en Londres fue a ver a un amigo suyo, que dijo, “Oí que habías tenido un avivamiento en tu iglesia.” “Si,” respondió el ministro, “hemos tenido un tiempo maravilloso.” “¿Y cuantas adiciones a las filas de tu iglesia se han logrado?” “¡Adiciones, hermano! ¡Hemos logrado benditas sustracciones!”

Si alguno de ustedes esta buscando una posición de poder en su iglesia, mi esperanza es que usted renuncie a ella —o que este bien con Dios. Necesitamos hombres de Dios, hombres que han sido quebrantados por el Espíritu de Dios, hombres que solo desean la gloria de Dios en nuestras iglesias hoy.

Mi oración es que Dios levante a un poderoso ejercito de hombres, humillados, quebrantados, que tomen su posición por que están seguros de que Dios los ha llamado. Si esto se da, el río estará enfrente de nosotros, pero, alabado sea el Señor, nosotros lo podremos cruzar. Atacaremos las ciudades fortificadas; Dios abrirá camino por Sus montañas, el río se secará, y las ciudades caerán. Todo lo que el pueblo de Dios tiene que hacer es avanzar con el Señor Jesucristo.

Le recuerdo al Maestro Mismo, que estaba tan seguro de Su vocación. ¿De donde saco las fuerzas para ir decidido a Jerusalén? ¿De donde recibió el poder para subir el monte del Calvario y permitir que lo crucificaran, en debilidad, pero también con gran poder? Note: “No he venido para hacer mi propia voluntad, sino la del que me envió.” “Me deleito en hacer Tu voluntad o Dios.” “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió a terminar Su obra.” Nunca ni por un minuto, en toda Su vida, permitió nuestro preciado Señor que algo estorbara a la voluntad de Dios.

Ese es el secreto del poder. Si existe algo en su corazón que lo este alejando del camino que Dios ha escogido, decida hoy. Nunca permita que nade este entre usted y Dios. Tenga un llamado seguro.

La tercera fuente del poder y la fortaleza para el liderazgo Cristiano es la palabra de Dios habitando en el creyente. Note Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Aquí estaba la presencia de Dios asegurada y hecha realidad en la experiencia diaria por la Palabra de Dios habitando en Josué.

A través de La Palabra de Dios, el Espíritu de Dios viene con plenitud sobre su vida, y habita en su corazón. He aquí el secreto de todo poder en el liderazgo: de ser poseído por el Hijo de Dios, ser fortalecidos por Su poder habitando en nosotros, y para ser llenados de Su Espíritu. Y este es el único camino: “De día y de noche meditarás en él.” No existen atajos para alcanzar la santidad.

Le estoy diciendo esto por experiencia personal, y, yo creo, mientras lo tomo del Antiguo Libro, que si el hombre ha de ser santo tiene que ir a Dios en oración y meditar en Su Palabra. Si el hombre ha de caminar con Dios, si el hombre ha de vivir una vida santa, si el hombre va a asumir autoridad y mantenerla, por que Dios lo mantiene allí, este tiene que saber lo que es pagar el precio a puerta cerrada—a menudo hasta su propia familia deberá permanecer del otro lado—por que ningún líder cristiano es tan eficaz en su liderazgo como cuando se encuentra de rodillas a solas con Dios.  

No tengo ninguna formula mágica para la santidad; no tengo palabras mágicas que ofrecerle; no tengo atajos para obtener o llegar al poder espiritual para ninguno de ustedes. Lo único que puedo hacer es decirles: Vuélvase a su Biblia; “medite en ella de día y de noche,” y póstrese delante de Dios sobre su rostro en oración. Por que las más grandes transacciones de la experiencia del hombre son hechas, no en la iglesia, sino tras puertas cerradas.

Este es el camino que siguió el Señor. El Señor Jesús creía en la autoridad de Su Biblia, el Antiguo Testamento. El lo citó como la única base para el lazo matrimonial; citó la historia de Jonás como prueba de Su resurrección. El usó Su Biblia en la tentación, y en numerosas ocasiones cuando fue confrontado por el diablo, El dijo, “Escrito está.” Si, Su poder surgía de sumergir todo aspecto de Su vida en la Palabra de Dios.

“Las palabras que yo les digo,” dice el Señor Jesús, “estas son espíritu y son vida.” estar saturados de las Palabra de Dios es estar seguros de la presencia de Dios. Entonces, alabado sea Dios, Ninguna arma forjada contra nosotros prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Aunque el horno se calentara siete veces mas, El está con nosotros, y aunque el río sea ancho y profundo, El ha prometido que nos anegará. “No temas, por que Yo estoy contigo.” Entonces el débil se convierte en vencedor y el don nadie en un canal a través del cual El Expresa Su voluntad. ¡Ese es el hombre a quien Dios usa!

Un pasado fiel, una vocación sólida, estar llenos de La Palabra de Dios— ¿Que podemos hacer para probarnos dignos de El? Tomemos nuestra debilidad, y nuestro temblor, y nuestro temor y llevémoslos delante de El; que haya absoluta sujeción al poder de Su Espíritu Bendito. Pidamos que todas estas cualidades que fueron reveladas en Cristo sean impartidas a nosotros, para que puedan ser reales un su vida y la mía.

Hay un precio que se tiene  que pagar. ¿Está usted dispuesto a pagarlo? Cancele toda responsabilidad en su vida que no sea lo que usted cree que es la voluntad de Dios para usted. Deliberadamente rehúse cualquier compromiso que pudiera estorbarle para meditar en Su Palabra. Vivimos en una era que ha perdido el arte de permanecer callado con Biblia abierta delante de nosotros esperando que Dios hable.

Practique la santidad, comenzando ¡hoy! Si ha estado buscando una posición solo por la posición, renuncie a ello, o, a solas con Dios, confiese su pecado y póngase bien con El. Después, a través de la iglesia y todo su liderazgo, la luz celestial, la autoridad celestial, el poder celestial, serán expresados, y el río de Dios con seguridad fluirá a través de cada uno de nosotros para bendición de los demás. 

Vida  Cristiana Victoriosa: Estudios en el Libro de Josué 
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